jueves, 24 de mayo de 2012

percepción




DANIEL


♥ DANIEL♥
Daniel, la primera vez que te vi
yo sabia que tenias una llama en tu corazon
y bajo nuestros cielos azules
de pelicula de marmol
encontré una casa en tus ojos
nunca estaremos separados

Y cuando el fuego llegó
el olor de la ceniza y la lluvia
perfumada casi todo
nos reimos y reimos y reimos
y en el azul de oro
llorando me llevó al lugar más oscuro
y tienes que prender fuego a mi corazón

Cuando corro en la oscuridad, Daniel
a un lugar que es peor?, Daniel
bajo una lámina de lluvia en mi corazón
Daniel
yo sueño de mi casa

Pero en un adios de cama
con los brazos alrededor de su cuello
en nuestro amor las lágrimas se deslizó
simplemente ponerse en el ojo de la tormenta
y como mi corazón recorrió
mis sueños me sacaron de la tierra
siempre a la búsqueda de la llama
para casa de nuevo
para casa de nuevo

Cuando corro en la oscuridad, Daniel
a un lugar que es peor?, Daniel
bajo una lámina de lluvia en mi corazón
Daniel
yo sueño de mi casa

Cuando corro en la oscuridad, Daniel
a un lugar que es peor?, Daniel
bajo una lámina de lluvia en mi corazón
Daniel
yo sueño de mi casa.

sábado, 5 de mayo de 2012

RAYUELA


Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el
clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en
sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar
las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y
tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo
poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban
apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como
el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer
unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el
principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los
hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente
su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un
ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía,
de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las
mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los
esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa.
¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se
sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se
vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un
profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en
carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de
las gunfias.